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España en el diván

El alto al fuego de ETA

El alto al fuego de ETA

Hoy me arrodillo ante mis muertos. Los que no vacilaron en defender mi honra sólo merecen mi amor y mis palabras, que todavía es consuelo en las desgracias hallar quien se duela con ellas. Palpo el coleto que tantas veces recogí del suelo hecho pedazos y que otras tantas rehice apretando los dientes. La serpiente pasa con tanta ligereza y desnudez que me fatiga perseguirla hasta su nido, aun conociendo que allí hallará la muerte que despejará los días y las madrugadas y pondrá vida y alma a los ojos míos. No me pesa ya el enojo ni el rencor, pero sí la justicia y el buen entendimiento, que no me perdonaría dejar de alejar la amenaza de mis hijos. Bien sé, porque soy vieja, que los reinos, las ciudades y los caminos de tierra y mar están muchas veces sujetos a esta confusión  de sangre y cabezas cortadas. Ni saco mi espada ni la envaino, pero conozco de sobra que los enemigos no se apartan si no se les mira de frente.

3 comentarios

Perla -

Si se rtata de darles la independencia, ta lo podríamos haber hecho hace años, ahoorándonos todos los muertos.

Pacón -

No me fío de los asesinos ni un pelo.

Veobesillo -

Me parece a mi que entre los de la coronilla y los del occipucio, aún han de darle a nuestra amada señora más de un dolor de cabeza.