La baronesa Thyssen amenaza con atarse a un árbol para evitar que lo corten
Ay mi baronesita rampante, súbase al árbol, se lo ruego, que nada complace más que una saya de telilla rica y una mantellina de vistosa tela manchadas por una causa justa con cacas de paloma. Enjóyese bien, que no debe dejar de ser señora la que lo es por condición y porte natural, y procure que sus sirvientes despejen su árbol amado de otras criaturas que desluzcan con su presencia su ceremonia. Qué buen estilo tiene esta señora cuitada, que pide dones al gobernador de la villa metiéndose en andurriales que más parecen de menesterosos que de alcurnia. No abandone su árbol, mi dama, que aunque lo talen, bien procurarán sus ramas desplomarse al suelo con la gracia y el cuidado que merece la fermosura de su visita.
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Remartín -
Claudine -