Una obra que no se ejecuta según lo previsto enturbia los amaneceres. Millares de personas se maldicen por sus pequeñas historias trágicas o cómicas que cada día componen sus hábitos de vida. Cuando la rutina se quiebra tendemos a observarnos como unos desgraciados. Nada más peligroso para el poder que quebrar la mecánica de los diminutos órdenes establecidos, la trama invisible que hace posible que sonrían los héroes en los cartelones de propaganda. La realidad es una criptografía que necesita que los trenes lleguen a tiempo, que los infinitos días sucedan a las infinitas noches sin quebrar la esfera de cristal. La ley de gravitación universal tiene el mismo sentido estético que determina el destino.
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