Nunca vi estacas con tantos novios, que bien parece que la memoria no acabó con sus pulcros labrados, propios de sultanes, reyes y emperadores. Ahora es afrenta haber perdido aquellas vigas, y doy por seguro que en tiempos las vendería algún autor secreto, que amigos fueron mis hijos de cambiar bolsas por arte y, a lo que se me acuerda, nadie de los que se las llevó vino con espada estoque y puñal, sino con buenos doblones de a cuatro. Será buena ventura recobrar esas maderas, que lo que se mearranca de lo profundo de mis entrañas me deja tan molida y con tanto quebranto, que a fe que sin ellas no recobraré más el contento.
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sshh -
Mila -
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