En la Bolivia dicen que algunos de mis hijos robaron petróleo. Quienes quiera que sean, si eso es cierto, no merecen cortesía ni buenos usos, sino un buen emplumamiento negro y untuoso, que ya bastantes indignidades y pecados cometieron mis soldados en las Indias para volver ahora por esos fueros. Si alguien recorre las calles cargado de ese negro cargamento, háganmelo saber, que pienso buscalle por montañas y cuevas sin dejar un rincón por mirar, no sea que me confundan a mí con los hideputas que bajaron a Oriente a llevarse el oro del moro. Ea pués, ¡a por ellos!, que no es de buena fama dejar las infamias sin escarnio, que demasiadas sepulturas y malas compañías arrastro ya en este cargado cuerpo y me hará bien aligerarme.
2 comentarios
Fito -
Ana -