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España en el diván

El cerebro humano es optimista por naturaleza

El cerebro humano es optimista por naturaleza Cualquier salvación tiene un carácter ético. Se trata de evitar el infierno, y para ello se elige la mansedumbre, la recompensa inmediata, la placidez difunta o viva, los círculos radiantes que reservan un espacio de sombra calculable. Se trata de no agotar jamás el caudal de magia que garantiza el sosiego, el amor, la melancolía, las frases felices. Encarnamos a un sucedáneo de nosotros mismos que trata de salvar el pellejo a un extraño. El cerebro adopta un comportamiento enigmático que no depende de nosotros, sino de los humores, de los chorros de hormonas y neurotransmisores que consiguen no aniquilarnos sin condenarnos tampoco al bochorno. Casi siempre el miedo nos vuelve quejumbrosos o indignos.

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